Quisiera compartir sólo dos textos sobre la oración
contemplativa que he encontrado últimamente, y que me parecen de suma
importancia si realmente queremos entrar en una relación íntima y sincera con
Dios:
El pensamiento racional puede llegar a
ser un gran enemigo del espíritu. No pienses, razones ni elucubres sobre lo que
haces. Simplemente hazlo; simplemente reza. Entra en esa atmósfera, no pienses
sobre ella. El pensamiento no entiende esos estados y antes, durante, o después
de la oración, pondrá todo tipo de impedimentos y de razonamientos haciéndote
ver lo absurdo de la práctica. El pensamiento empleará todo tipo de argumentos
de lo más convincentes e ingeniosos. ¡No hagas caso al pensamiento! Diga lo que
diga la mente, tú continúa con tu práctica de oración.
De: Anónimo
http://beatasolitudosolabeatitudo.blogspot.com/
del 24 de febrero de 2011
La meta de la contemplación
no es el tener experiencias místicas. Estas, cuando ocurren, son solo efectos
secundarios de la travesía espiritual. Como decía San Juan de la Cruz;
"las manifestaciones de Dios no son Dios."
La meta de la contemplación es llevarnos a una relación de amor cada vez más profunda con Cristo la cual nos lleva a una unidad con Este hasta alcanzar la plenitud del amor trinitario, mas allá no solo de cualquier experiencia, si no mas allá de nosotros mismos.
La meta de la contemplación es llevarnos a una relación de amor cada vez más profunda con Cristo la cual nos lleva a una unidad con Este hasta alcanzar la plenitud del amor trinitario, mas allá no solo de cualquier experiencia, si no mas allá de nosotros mismos.
De: Extensión
Contemplativa Internacional en: https://www.facebook.com/groups/164314603627811/
Padre Beda: que interesante lo que nos comenta en esta entrada. Llegué a la conclusión hace un tiempo que unas personas inician su conversión a través de la razón y otras la inician a través del corazón. Por lo que usted nos coloca ¿el camino mas largo sería el de la razón?o son sólo suposiciones mías.
ResponderBorrarUn gran abrazo.
María, creo que Dios nos sale al encuentro a donde estamos; es la encarnación en un sentido amplio. Sin embargo, como se nos pide que amemos a Dios de todo corazón, tarde o temprano la conversión tiene que bajar al corazón. Porque éste es nuestro centro. También los monjes antiguos decían, en el contexto de la lectio divina, que la Palabra tiene que bajar de la cabeza al corazón. Un abrazo
ResponderBorrarMe gusta el nuevo diseño de la página
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