Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

13.9.12

Los Antecedentes de la Oración Contemplativa Cristiana

Hace poco encontré algo como una "genealogía" de la oración contemplativa cristiana. Saqué y traduje esta información del libro de Peter Dyckhoff, Einübung in das Ruhegebet (Introducción a la oración de quietud), tomo 1°, página 78. Completé la información con lo que encontré en la introducción de William Johnston a la edición inglesa a la Nube del No-Saber, traducido al español en Ediciones Paulinas, Madrid 1981, páginas 44 - 50.
No tenemos nada que envidiar a las prácticas orientales, sean antiguas o modernas. Una entrada anterior en este blog explica las diferencias.
Tanto la Oración Centrante, como la Meditación Cristiana y la Oración de Quietud son muy semejantes, con pequeñas diferencias en el método. Las tres nos abren al encuentro con Dios Padre, Hijo, y Espíritu Santo. Es siempre una relación personal; aunque, en algún momento podemos llegar a pensar - ¡o gritar! - ¡"Dios mío, ¿por qué me has abandonado?!" Es que Dios es siempre diferente de lo que nos imaginamos. Lo que se nos exige es fidelidad en la práctica. Tarde o temprano, Dios nos concederá los frutos.
Y, algo que me parece importante: no conviene cambiar de método. Una vez que te decidiste por la oración centrante, quédate con ella; lo mismo con la meditación cristiana o la oración de quietud. Nuestra tentación puede ser la de cambiar el método, a ver si la otra práctica nos brinda más rápidamente lo que esperamos. Pero, cada uno de los tres métodos "funciona" sólo, si lo practicamos sin expectativas. Se trata de vaciarnos ante Dios, para que Él nos llene. Lo otro sería "gula espiritual", que nos llevaría a una indigestión, es decir, nos quedaríamos en la superficie y la dispersión.

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