De: La Patilla, en Facebook |
El taifún Haiyan pasó
sobre Filipinas, y dejó destrucción y miles de muertos. Los
sobrevivientes se pusieron a saquear negocios, para conseguir los
comestibles que podían. Eso ocurrió en Filipinas. - También en
Venezuela hubo saqueos, pero no para conseguir comida, no. Fue para
conseguir ¡artículos de lujo! Para “castigar la oligarquía”.
Parece que, cuando hay
una catástrofe, la gente se olvida de modales mínimos de
convivencia humana, y da riendas sueltas a un egoísmo salvaje. Es el
instinto de supervivencia, ya no de la especie, sino apenas del
individuo. Eso se comprende en el caso de una catástrofe. Pero en
Venezuela la situación es diferente; es más que catastrófica: es
una situación inhumana, creada por los mismos hombres; es el colapso
de la civilización.
Me explico: Todos
llevamos un animal por dentro que, en situaciones extraordinarias, se
puede manifestar. Pero, en la vida normal, está controlado más o
menos efectivamente. En Venezuela, este animal no solamente ya no
está controlado, sino que ha sido despertado de su sueño. Y el
despertador fue la más alta autoridad del país, por su lenguaje
agresivo, sembrando odios por doquier, y dando a entender por su
ejemplo que “tú puedes ser un sinvergüenza”. Se nos ha dicho
que “Chávez vive”. Sabemos que ha muerto, pero lo que ha
sembrado germinó. Hoy vivimos en un caos; el crimen no es
perseguido: tú tienes licencia de matar; tú puedes apropiarte de
cosas ajenas, etc. Claro, “con tal de que no te metas conmigo y con
los míos”. En este caso te caerá “todo el peso de la ley”.
Pero eso no es todo. Lo
peor del caso es que, cada vez que hay elecciones, se nos hace pensar
que “ahora vamos a ganar”, y las cosas se pondrán en orden. Y,
hasta ahora, ¡la oposición no ha ganado nunca! – por las causas
que fueran. Para los que ponen su esperanza en un resultado
determinado de elecciones, cada pérdida de éstas causa frustración,
desespero y hasta depresión, con el resultado de reducirlos a la
inercia. Quita fuerzas para seguir luchando y viviendo de manera
positiva. Viktor Frankl, el fundador de la logoterapia, observó este
dinamismo en el campo de concentración donde estaba internado.
Cundió el rumor de que, antes de navidad de 1944, los presos serían
liberados por los aliados que ya estaban ganado la guerra. Pero no
ocurrió así. Y muchísimos de estos presos murieron antes de la
liberación que ocurrió pocos meses más tarde. Mientras que otros
que tenían un sentido de su vida, más allá de estar presos o
libres, resistieron la situación precaria del campo, y salieron en
libertad. Y concluye Frankl: si uno pone toda su esperanza en un
acontecimiento exterior, se desmorona cuando esto no ocurre. Mientras
que, cuando uno descubre un sentido en su vida, tiene más fuerza y
resistencia. Dice Frankl: “El que tiene un 'por qué', es capaz de
sufrir cualquier 'como'”. Lo que nos da fuerza no es tanto la
voluntad, sino el sentido de nuestra vida y nuestras elecciones.
Aplicando esto a nuestro
país: El regreso al orden, a una vida civilizada, y a un bienestar
aceptable para todos, no depende, en primer término, del resultado
de unas elecciones. Depende de la calidad humana de cada uno. Se nos
exige que seamos capaces de dejar atrás nuestro egoismo y pensar en
el bien de todos. Aquí, las religiones tienen una gran
responsabilidad. Viendo nuestro panorama a la luz de estas
reflexiones, me temo que todavía no hemos tocado fondo. A veces hay
que sufrir “demasiado”, para despertar y reaccionar. Lástima por
los inocentes en todo este proceso. Podemos entender su sufrimiento
sólo a la luz de la fe. De nuevo: la responsabilidad de los
creyentes. Y recordar que nunca seremos capaces de crear un gobierno
perfecto. El Reino de Dios es un don.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario