La
confianza en Dios no es algo estático que uno tiene o no. Es un
camino que nos lleva a profundidades siempre nuevas. Es una relación
personal que busca una y otra vez entender. María respondió al
ángel: "¿Cómo sucederá eso si no convivo con un hombre?"
El ángel le respondió: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y
el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el
consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios. Mira,
también tu pariente Isabel ha concebido en su vejez, y la que se
consideraba estéril está ya de seis meses. Pues nada es imposible
para Dios" (Lucas 1,34-37).
¡Qué
habrá pasado en la mente y en el corazón de María! ¿Tener un hijo
sin tener relaciones con un hombre? ¿No será que se está engañando
a sí misma? ¿Será que se está imaginando cosas? Seamos honestos:
también nosotros, hasta el día de hoy, tenemos dificultades con el
nacimiento de una virgen. Incluso admitiendo esta posibilidad, nos
quedaríamos con un problema de índole científica: en una
concepción, la mujer transmite los cromosomas xx, mientras que el
hombre contribuye con los de xy, los únicos que pueden hacer un
varón. Éstos siempre son transmitidos por el padre. Ahora bien, si
este padre no está - como el evangelio de Mateo (Mateo 1,18) deja
bien claro - ¿de dónde viene entonces un hijo varón?
Pero,
María no tenía estos problemas científicos. Tampoco son de
importancia para nosotros. Aquí se trata de mucho más que la
ciencia. Se trata de la pregunta de si Dios es capaz de hacer
semejante cosa. Con eso llegamos a un punto donde nos vemos
obligados a preguntarnos en qué Dios creemos realmente. ¿En un Dios
que, en grandes líneas, corresponde a nuestras ideas y expectativas?
¿Uno que, si es necesario, puede ayudarnos cuando nosotros ya no
podemos aunque quisiéramos? O creemos en un Dios que es totalmente
diferente, uno que comienza a actuar precisamente cuando estamos
convencidos de que ya no hay nada que hacer? ¿Buscamos solamente a
un dios según nuestra imagen y semejanza? ¿O dejamos que el Dios
verdadero nos forme - y transforme - según SU imagen y
semejanza?
Por
lo tanto, el nacimiento de una virgen no es un problema científico,
sino que cuestiona nuestra fe. ¿Queremos mantener el control sobre
nuestra vida y nuestros deseos, o estamos dispuestos a confiar
plenamente en Él? ¿Consentimos a su acción en nuestra vida, aunque
no sepamos cómo será eso? Si queremos que Dios tome las riendas en
el mundo, comencemos a dárselas en nuestra vida.
El
nacimiento de una virgen tiene un significado más amplio todavía:
hay por ahí una corriente que nos quiere decir que Jesús, de joven,
se fue a la India, donde recibió la iluminación. Después regresó
a su país y comenzó a predicar. Pero nuestra Salvación no viene de
la India; como dice Jesús a la Samaritana: Ustedes dan
culto a lo que no conocen, nosotros damos culto a lo que conocemos;
porque la salvación procede de los judíos (Juan 4,22).
Jesús proviene del seno del pueblo de Israel, y se formó en la
revelación de Dios en el antiguo testamento. La genealogía de Jesús
(Mateo 1,1-17) no puede hablar más claro. Jesús nace del pueblo de
Israel, pero ningún hombre puede decir que es su padre. Y como María
simboliza a Israel, así José simboliza a los justos de Israel que
acogen a Jesús - que es uno de ellos, pero no un logro de ellos,
sino un don de Dios.