Marta dijo a
Jesús: Si hubieras estado aquí, Señor, mi hermano no habría
muerto (Juan 11,21). Así leemos en el evangelio. Y ¿quién no
quisiera decir hoy lo mismo cuando vemos lo que está pasando en
Venezuela? ¿Por qué tanto sufrimiento y tantas muertes? ¿Por qué
este país tan rico se desmorona y se hunde? ¿Dónde está Dios?
¿Por qué no actúa?
Pero, ¿qué es lo
que busca la gente? ¿Seguir como antes? ¿Que todo regrese al estado
de bonanza que conocíamos? Eso no es la idea. Dios nos tiene
preparado algo mejor. Pero, para dárnoslo, nos invita a dejar atrás
lo acostumbrado. La vida nos despoja de lo efímero, para darnos lo
mejor que nos tiene preparado.
En cristiano: Le
contesta Jesús: ¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?
(Juan 11,40). Tendremos acceso a la vida verdadera cuando aceptemos
la muerte de lo anticuado, de lo que ya no sirve. No es fácil
desprenderse de lo acostumbrado, de lo que nos parece dar seguridad.
Tenemos que lanzarnos a lo desconocido, a las manos de Dios. Él es
el Dios de las sorpresas, de lo inesperado, de lo maravilloso.
Veremos su gloria. Pero antes, hay que morir, la podredumbre tiene
que salir. Sólo entonces caerá lo que nos tiene amarrados y
amordazados. Confiemos en Él.
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